Adelanto del verano

En estos días estamos teniendo un anticipo del verano, con jornadas calurosas y noches agradablemente cálidas sin ser agobiantes, Y atardeceres estupendos,,,

Presencias espectrales

Y ya que estamos con temas alegres y estimulantes, aquí va esta imagen de presencias espectrales: los autos están y no están y lo mismo los presuntos usuarios.

Desaprensivos

Recuerdo que entonces, embriagados de juventud, tal como le pasó a mi generación y a todas las demás que la precedieron o siguieron, los jóvenes que estudiaban en silencio no pensaban que allí nomás, agazapada y aguardando pacientemente por su inexorable oportunidad estaba Ella. No la veían, o fingían no verla, pero sí la implacable cámara. 

Duda semántica

Iba a titular esta entrada "Acorralado", pero luego me di cuenta de que en realidad no hay ningún corral a la vista. "Arrinconado" tampoco me sirve, no se puede decir, strictu senso, que haya un rincón en el cual esté, así que mejor no pongo nada y que la foto sugiera un sentido por si misma, que es lo que en realidad corresponde.

 

De tangos y milongas

El cálido sol de noviembre y los afinados acordes de una pequeña orquesta típica animaba los movimientos de las piernas de  ocasionales bailarines con el ritmo del 2x4, pero no las de todos los presentes, claro, siempre hay excepciones.

Olvido

Tumbas en medio de un pastizal en el cementerio de un caserío perdido en medio del campo. Cuando lo visité, 25 años atrás, tenía apenas trece habitantes, me pregunto si existirá aún.    

On the road

No tomé nota de dónde fue que hice esta foto, solo sé que fue durante una recorrida por el interior mientras hacía algunos reportajes para la extinta revista 3.  Parecía una escena tomada de una de esas road movies estadounidenses, o un paraje de esos que conocía tan bien Neal Cassady (link), personaje real que inspiró a varios escritores de la generación beat. Me pregunto si hoy lucirá más o menos igual, después de todo apenas han transcurrido 25 años...

El evadido

Aprovechando un momento de distracción de las formas geométricas y los colores que lo mantenían cautivo, el prisionero, en un arranque de desesperación, consiguió escapar. Me pregunto adónde más podría ir...

Payasada

Que me perdonen, sin ánimo de ofender, me parece que la muchacha a la derecha era una payasa, imposible tomársela en serio.

Interpretación libre

Miro la foto siete años después de haberla tomado a dos cuadras de mi casa, y no consigo recordar cuál era la situación precisa. Si bien en un principio pensé que se trataba de un sin techo, varios detalles me hacen pensar que no era así, tales como la ropa del durmiente, el aparente buen estado del sofá y el hecho, no menor, de que no había ropa, paquetes, desechos ni papeles a su alrededor. Y creo recordar, aunque la memoria me puede traicionar, que al otro día no estaba allí. Una imagen, como quien dice, ambigua.

Contrasentido

Por la calle, en 18 de Julio, sin comentarios (sin comentarios escritos, la foto en sí ya es un comentario, claro).

Vano intento

De nada nos va a servir hacernos los distraídos, mirar hacia otro lado como si no hubiese estado siempre allí, al acecho. Cuando llegue el momento, más tarde o más temprano, vendrá por nosotros y no podremos rechazar su invitación, asi que ¿para qué preocuparnos tanto por algo que de todos modos no podemos remediar?

Progreso de la sombra

Alguien más optimista diría que la sombra continuaría desplazándose haca la izquierda, respetando el deseo de sol de la bañista, pero yo no. Más escéptico que pesimista, creo que no, aunque pasó el tiempo suficiente como para hacerme olvidar esos detalles, la sombra simplemente avanzaba, indiferente y pronto  cubriría su cuerpo dorado con su manto oscuro o la obligaría a dejar su confortable lugar sobre la arena entibiada con moderación por el sol de inicios del otoño. 

Reverente

Una creyente haciéndole una reverencia a la Diosa sin Brazos ni Cabeza, una deidad de la que debo confesar que nunca había oído hablar, durante un ritual en la avenida 18 de Julio.

La mano

Hasta ese momento, la única mano de Dios que yo conocía era la de Maradona, pero cuando entré por primera vez en las ruinas de esa iglesia desacralizada de Piriápolis dudé. Al fondo, detrás de donde había estado el altar, había una gran mano, y no una mano negra, sino blanca. Hasta hoy no sé lo que vi, pero esta foto atestigua que algo había, no sé qué.