En Castillos

Por momentos me cuesta acomodarme a la realidad, como por ejemplo cuando pienso que han transcurrido 40 años desde que tomé esta foto, un verano eternizado por el recuerdo en una época que seguramente existió, pero que ya me parece cada vez más irreal. La tomé, probablemente, con una de las cámaras que aún conservo pero he tenido que dejar de lado al pasarme con armas y bagages a la era digital. El hombre quizás ya no esté, ni su sombrero, pero la imagen permanece para perpetuar su amable sonrisa y su aspecto cuidado y pulcro.

No muy convencido

Paso todos los días por ese poste, o columna, que en su momento fuera del alumbrado público y ahora no sé, está ahí como un vestigio del pasado. Tomé la foto unos meses después del golpe de estado del 73. La dictadura estaba fresquita y para elevar el ánimo de tropa y población por igual, en una esquina adonde ahora hacen conciertos de rock y junto al poste habían puesto un estrado y encima de este una banda militar hacía lo posible por sonar como una banda de música. Ya no recuerdo cómo sonaban, pero al mirar la expresión del señor de la izquierda, sospecho que no estaba muy convencido de todo ese asunto.

El basural propio

Desde hace unos días, cuando abro la puerta de mi casa para ir a la agencia, me recibe el espectáculo de un contenedor de basura, en algunos casos, como hoy, con su sucia boca entreabierta enviándome alguna suerte de mensaje subliminal que prefiero ignorar. La intendencia de Montevideo, en un acto generoso que la honra, hizo correr el contenedor, que estaba en otro lugar, hasta colocarlo enfrente de mi puerta, quizás por considerar que no pago suficientes impuestos. También es posible que trate así de realizar el sueño de todo montevideano de tener su basural propio o quizás, siendo aún más sutil, puedo suponer que desea convencerme de que en las próximas elecciones vote a la oposición, todo es posible en la dimensión municipal.

Autobús

Esta mañana, como lloviznaba, tomé un ómnibus para ir a la agencia en lugar de caminar, como hago habitualmente. El conductor del mismo iba a los saltos, acelerando y frenando bruscamente de una manera bastante molesta. A pesar de ello, en algunas partes viajar en autobuses del transporte colectivo es una manera segura de pasar un rato incómodo, así que al final de cuentas mi corto periplo no estuvo tan mal.

Lluvia

Este verano vino muy irregular, ahora anuncian lluvias para casi toda la semana. En realidad no me afecta mucho, ya que tengo que trabajar, pero de todas formas ¡qué me van a venir con lloviznitas a mí, después de haber soportado la llegada de los monzones en Calcuta, todo me parece poco!

Los dioses

Algunos dioses tiene  suerte, están en olimpos y otros lugares famosos, otros no tanto, imperan sobre montones de basura, hasta ellos tienen fortunas variadas.

Otra en Nashik

A la entrada de uno de los templos junto al río, todo era actividad por la mañana.

Escena callejera con durmiente

En las calles de cualquier ciudad de la India la actividad es intensa a toda hora del día, aunque claro, para algunos hay momentos de descanso.

Diario matinal

Aún en las ciudades sagradas y junto a los ríos sagrados, la vida cotoidiana continúa normalmente. Estos caballeros compartían el diario de la mañana sin prestarle atención a los numerosos saddhus (hombres sabios) y peregrinos que acudían a limpiar sus pecados en las purificadoras aguas del río Godavari.

Insomne

Estuve un rato parado en el mismo lugar en el templo hinduista en Hampi, observándolo todo sin moverme, hasta que al final llegué a una conclusión trascendente: Nandi, el toro que monta el dios Shiva, cuando está insomne cuenta niños para dormir. ¿No es genial?

La red

Hoy vinieron los técnicos de Adinet a ver si arreglaban la conexión a la red de mi casa en Piriápolis, que andaba y continúa estando mal, ya que no arreglaron nada, y me quedé pensando en esta otra red de cables en una subestación eléctrica en Paharganj, Delhi. Los electricistas indios deben ser unos genios, no sé cómo pueden encontrar los cables correctos en esta maraña. O quizás sean como los técnicos de Adinet y tampoco arreglan nada, vaya uno a saber...

Cuevas de Ellora

En el cercano complejo de templos excavados en la roca de Ellora también hacía calor, pero en el interior de las grandes cavernas estaba más fresco y dioses y humanos por igual se apiñaban buscando el alivio sin molestarse mutuamente.

Daulatabad

Hoy hizo (hace) mucho calor en Piriápolis, un calor que nadar durante una hora y media en el mar apenas atemperó, pero cuando estuve en la antigua ciudad de Daulatabad, en el sur de la India, ni siquiera estaba el mar cerca para aliviar la altas temperaturas. Solo quedaba aguantarse y fotografiar, para distraerse.

Chennai

Acabo de regresar de la playa y como el mar me ha inspirado (siempre lo hace) he escogido esta imagen tomada en Chennai, antiguamente conocida como Madrás, en el este de la India. Ese día también fui a la playa, pero sólo de paseo, en mi calidad de voyeur fotográfico y pude comprobar que, además de que las mujeres se metían en el agua vestidas, como en algunos lugares de Centroamérica y México, contábamos con la sonriente, pero muy profesional presencia de los héroes de Bollywood y de un tigre de Bengala un tanto alejado de su zona de habitual de patrullaje, que había bajado a ver cómo era la playa en por ahí antes de que llegase el monzón.

Contrastes

Ayer de tarde, charlando con un amigo y colega fotógrafo, le contaba acerca de mi fascinación por la India. En las calles de sus ciudades, le decía, es posible observar todas las escenas de la comedia/tragedia humana, desde el nacimiento hasta la muerte, de lo más sagrado a lo más profano, o como en este caso, una simple pareja musulmana que vadea en un rickshaw arrastrado por una bicicleta el mar rojo del tráfico frente a la estación de trenes, acosados por vehículos de toda laya y porte conducidos mayoritariamente por hindúes.

Elegancia

Al ver la publicidad de este comercio recordé que tenía que comprar algo de ropa, pero por las dudas no lo hice en esa tienda de Mysore, esperé a llegar a Calcuta, ciudad que, por ser más grande, de alguna manera no explicitada me aseguraba un nivel de elegancia más adecuado a mis relativamente modestas aspiraciones.

Mysore

Algunas cosas que me saltan inmediatamente a la cabeza cuando pienso en la India: palacios y monumentos inmensos y suntuosos, contrastes sociales extremos, una riqueza cultural inabarcable extendida a lo largo y a lo ancho del subcontinente y, predominantemente en el sur, colores lujuriosos repartidos generosamente por todas partes y calor, mucho calor.

Calor en Hampi

Cuando hace calor, si no hay mar cerca, buenos son ríos, como en este caso, en las cercanías de la antigua ciudad india de Hampi, adonde las aguas del río aliviaban el intenso calor de los habitantes.

El mar

Hoy amaneció nublado en Piriápolis, con viento, la playa estaba vacía, pero en cambio las calles, los comercios, la rambla, estaban colmados de bañistas frustrados, se hacía difícil encontrar un lugar sin gente. Entonces, cuando encontré éste, me apresuré a encuadrarlo con mi cámara antes de que llegasen las hordas.

Más colores de la India

Todo tiene color en el sur de la India, mientras que en el norte abundan las paletas bajas, los blancos y los ocres, pero en el sur los colores vivos saltan a los ojos y los toman por asalto.

Colores

A diferencia del noroeste de la India, como en el Rajastán, por ejemplo, adonde el color más intenso que se ve es el de la tierra rojiza y seca, el sur del subcontinente es multicolor. Multicolor y cálido, sobre todo cálido.

Teléfono rojo

Estaban tan enfrascados en su encarnizado combate que ni siquiera se percataron de mi intrusión. Debía ser una batalla muy seria, porque por las dudas tenían a mano el teléfono rojo...

A un héroe de Maratón

Leo en la prensa que ayer, durante la tradicional carrera de San Fernando, de Maldonado a Punta del Este, falleció un corredor brasileño, seguramente un turista, de 65 años, a apenas 100 metros de la llegada. Es una noticia triste; de sólo pensar en la tragedia que debe ser para su familia su muerte inesperada, que golpea como un rayo en medio del cielo sereno y despreocupado de las vacaciones, me da mucha pena. Quizás el hecho de que yo tenga su misma edad y también sea un corredor -aunque cada vez más ocasional- me hace sentir una especie de solidaridad hacia él y me provoca algunas reflexiones. Se me ocurren  muchas formas peores de morir, algunas terribles y prolongadas y no necesariamente violentas. "Quisiera morir corriendo", me decía hace poco una amiga, treintañera, que hace dos o tres años descubrió el placer de correr venciendo la inevitable pereza, el cansancio y los dolores musculares para ir superando con esfuerzo sus propios límites por exigencia propia y sin ninguna necesidad aparente. El brasileño de ayer corría por el placer de hacerlo, de participar de un grupo alegre de corredores que sudaban y segregaban adrenalina porque sí, sin incentivos materiales, para ganar o simplemente para llegar, para participar, como verdaderos deportistas. Murió en una batalla deportiva dada en un balneario adonde la pereza y la banalidad parecen ser la norma, pero todas las batallas tienen sus héroes, muchos de ellos muertos, para llorar y recordar con respeto. Até sempre, amigo, e boa viagem!

Calor

Ha vuelto el calor, inclemente, vengativo, me recuerda al del sur de la India. Y aquí como allá, el único paliativo es meterse en el agua, en una piscina, en un río, en el mar, como ese señor de la foto, que estaba bañándose en las sagradas aguas del río Godavari, que sirven para todo: para lavarse y lavar la ropa, para refrescarse y también, ya que estamos, para purificarse, faltaba más....

Stupa

Otra imagen de Ladakh, esta vez la "estupa" Shanti en las afueras de la capital, Leh. En Ladakh abunda la arquitectura religiosa budista, especialmente la relacionada con el budismo tibetano.

Monasterio Tikkse

Hoy le tocó a esta imagen del monasterio budista tibetano Tikkse, en Ladakh,  "el pequeño Tibet", en el norte de la India.

En compañía

Mientras arreciaba la canícula, la inefable Nani reposaba, cosa de no generar demasiado calor en su cuerpecito peludo, y dormitaba sobre el escritorio que fuera de mi abuelo en compañía de...¡un perrito! ¡Los gatos ya no vienen como antes, qué barbaridad!

Para los que se quedan

Para los ciudadanos que no puedan ausentarse de la capital, las autoridades han implementado una alternativa consistente en un mar azul orlado por blancas olas a disposición de todos ubicado en pleno centro de la ciudad. Es otra iniciativa encomiable de los pleclaros prohombres y promujeres que nos gobiernan que debemos aplaudir y agradecer.

Primero de año

Como ocurre todos los primeros de año, la ciudad amaneció, al menos en el centro, desierta y soñolienta. Esta vez no he tenido que sortear botellas vacías ni demasiados restos de cohetes y fuegos artificiales como en otras oportunidades de camino de la agencia, ¿nos estaremos tornando más discretos con el correr del tiempo?