martes, 7 de enero de 2014

A un héroe de Maratón

Leo en la prensa que ayer, durante la tradicional carrera de San Fernando, de Maldonado a Punta del Este, falleció un corredor brasileño, seguramente un turista, de 65 años, a apenas 100 metros de la llegada. Es una noticia triste; de sólo pensar en la tragedia que debe ser para su familia su muerte inesperada, que golpea como un rayo en medio del cielo sereno y despreocupado de las vacaciones, me da mucha pena. Quizás el hecho de que yo tenga su misma edad y también sea un corredor -aunque cada vez más ocasional- me hace sentir una especie de solidaridad hacia él y me provoca algunas reflexiones. Se me ocurren  muchas formas peores de morir, algunas terribles y prolongadas y no necesariamente violentas. "Quisiera morir corriendo", me decía hace poco una amiga, treintañera, que hace dos o tres años descubrió el placer de correr venciendo la inevitable pereza, el cansancio y los dolores musculares para ir superando con esfuerzo sus propios límites por exigencia propia y sin ninguna necesidad aparente. El brasileño de ayer corría por el placer de hacerlo, de participar de un grupo alegre de corredores que sudaban y segregaban adrenalina porque sí, sin incentivos materiales, para ganar o simplemente para llegar, para participar, como verdaderos deportistas. Murió en una batalla deportiva dada en un balneario adonde la pereza y la banalidad parecen ser la norma, pero todas las batallas tienen sus héroes, muchos de ellos muertos, para llorar y recordar con respeto. Até sempre, amigo, e boa viagem!