martes, 30 de junio de 2009

Plaza maleva

No era un tango de Arolas ni de Greco, más bien creo que Canaro, o quizás Troilo. Pero sí los vi bailarlo en la vereda, o mejor dicho, sobre un costado de la plaza. La pareja danzaba al ritmo del tres por cuatro y durante algunos instantes breves pero intensos, la plaza fue maleva.

lunes, 29 de junio de 2009

Montaña ariba

Salimos al atardecer de Tilcara, en la Quebrada de Humahuaca, en el norte argentino. Caminamos toda la noche por desfiladeros de montaña apenas iluminados por la luna, hacia el santuario de la Virgen de Punta Corral en medio de los cerros. Tras varias horas de marcha nos dimos cuenta de que no llegaríamos a tiempo, pues la peregrinación trayendo la imagen de la santa comenzaría a bajar la montaña en pocas horas más. No sabíamos cuánto faltaba, los pocos peregrinos que nos sobrepasaban raudos no sabían darnos indicaciones muy precisas. Tampoco supe nunca -estuve cuatro veces en total- qué distancia había desde el poblado. Unos decían treinta, otros, más moderados, veinte kilómetros. El problema es que eran kilómetros cuesta arriba, se partía de una altitud de 1.700 metros sobre el nivel del mar para llegar a unos 3.400 y el "soroche", el mal de la altitud, es implacable con los no iniciados.
Finalmente, exhaustos, nos refugiamos en un campamento situado en un pequeño valle antes de la larga subida final, la más penosa, adonde ángeles guardianes esperaban a los viajeros para reconfortarlos con comida y bebida calientes.
A media mañana, la peregrinación, en medio del retumbar de tambores y de los acordes disonantes de las flautas "sicuris", las flautas de Pan locales, llegó adonde estábamos, pero algunos viajeros, tan agotados como nosotros, se perdieron el espectáculo.
Ese día aprendimos que ser peregrino en la montaña no es cosa fácil para nadie.

domingo, 28 de junio de 2009

En el café

Los dos ancianos habían estado hablando durante un rato en medio del bullicio del café. Sentado en una mesa vecina con un par de periodistas brasileños, yo no perdía de vista al de la corbatita de lazo, un personaje que me parecía surgido de otra época. El otro dijo algo que su amigo no escuchó bien y tuvo que acercarse más para repetírselo al oído y entonces disparé la cámara.
Ambos personajes seguramente se han ido hace tiempo, eso fue en 1974, y los secretos y confidencias que quizás se confiaron esa tarde se perdieron para siempre, pero el gesto perduró, rescatado del naufragio del tiempo por el conjuro fotográfico.

sábado, 27 de junio de 2009

AVISO A LOS NAVEGANTES

Les recuerdo a quienes visitan este sitio que estoy intentando renovarlo diariamente, por lo que si les ha interesado lo que estoy publicando, están invitados a volver a menudo.

La novia en el santuario

por un Llegó junto a otros miles de peregrinos para la fiesta patronal del Bom Jesus en el poblado de Lapa, junto al río San Francisco, en el interior del estado de Bahía, en el nordeste brasileño. Como la mayoría de ellos, era de tez oscura y tenía aspecto de campesina.
Permaneció todo el tiempo tristemente callada. Otras mujeres que se le parecían la ayudaron a ponerse un traje de novia de aspecto tan humilde como ella, tras lo cual se puso en la cola para cumplir el ritual de hacerse fotografiar en el santuario para conservar una huella tangible de su pasaje por el lugar.
No sé si iba a solicitar una gracia o a "pagar una promesa" por un pedido satiefecho, en todo caso ningún hombre la acompañaba. Pude habérselo preguntado, ya no lo sabré nunca.
Aún hoy, la imagen de esa mujer humilde y todavía joven, pero ya envejecida, enfundada en su blanco traje de novia, por alguna razón me provoca un sentimiento mezcla de tristeza y ternura, quizás porque me recuerda un poco a los personajes de las novelas de Graciliano Ramos.

viernes, 26 de junio de 2009

Hilo de luz

El joven monje tibetano se desplazaba en silencio dentro de la sala de oraciones del monasterio Tikkse, en Laddak, en el extremo norte de la India y yo debía hacer un esfuerzo para poder seguirlo con la mirada en la penumbra. No hablábamos, no porque no tuviésemos nada que decirnos, sino porque no teníamos ningún idioma en común, aunque ambos sonreíamos. De pronto se detuvo precisamente en el lugar adonde un rayito de sol que penetraba por un estrecho ventanuco en el techo y cortaba las tinieblas le iluminó el rostro, haciendo más visible su gesto amable y no fue sino hasta algunos segundos después que me di cuenta de que acababa de disparar la cámara.

jueves, 25 de junio de 2009

AVISO A LOS NAVEGANTES

1-Si ya tiene su cuenta de Google puede comenzar a recibir las nuevas publicaciones automáticamente en su escritorio "clickeando" en la barra en la parte superior de la página, en donde dice SEGUIR BLOG. (Será algo así como recibir cada nueva entrega de Corín Tellado en su buzón).
2-Para ver las fotos a mayor tamaño, no hay más que "clickear" (¡y dale!) sobre la misma y se abrirá en una nueva pantalla. Si desea aumentar el tamaño de la página o de las fotos, puede hacerlo desde su navegador (v.g. en Firefox es con Ctrl + para aumentarlo y Ctrl - para disminuirlo)

Por suerte avisan

Una vez, estando en Piriápolis, consideré que como se acercaba el verano y había tenido un par de experiencias negativas en el pasado, era conveniente ir a ver si la playa seguía estando en el mismo lugar.
Me dirigí hacia el sur, naturalmente y tras caminar un rato alcancé a ver a lo lejos las olas que rompían sobre la arena blanca, por lo que deduje que ya estaba cerca.
No pude encontrar la entrada de inmediato, sin embargo y recién después de dar unas vueltas y recorrer un par de kilómetros, conseguí localizarla gracias a un cartel indicador que algún samaritano había colocado para beneficio de los viajeros extraviados como yo.
Ya traspuesto el portón, todo resultó más fácil. No iba precisamente a ese sitio en particular, pero tras recorrer la franja costera durante una media hora, finalmente llegué al lugar que quería.
Por suerte nadie me vió dando vueltas y vueltas, como un perro antes de echarse, en busca de la entrada a la playa, porque podría llegar a pensar que soy algo tonto.

miércoles, 24 de junio de 2009

El portal de los tigres

Internarse -o más bien diría, perderse- en una callejuela de cualquier ciudad de la India es sacar un pasaporte para un mundo de sorpresas. Basta con entregarse a lo que André Breton, "pope" de los surrealistas, definió como "azar objetivo", o dicho simplemente, extender las antenas de la percepción sensorial y entregarle el timón al subconsciente, que él se encargará de guiarnos y señalarnos aquellos momentos de gracia en que podremos ver más allá de lo aparentemente visible, el mundo "surreal".
¿Hacia dónde se dirige ese hombre que lleva de la mano a esa hermosa y primorosamente vestida pequeña? ¿Hacia la casa de los tigres? ¿Y para qué, son éstas fieras amables y protectoras o los ominosos guardianes de un templo adonde se llevan a cabo misteriosos e indescifrables rituales? En la India todo puede suceder, basta con mantenerse al acecho para descubrirlo.

martes, 23 de junio de 2009

Jaulas

Su primer nombre era Julio, pero todos lo llamaban por su apellido, Caldeira, algo inusual en el Brasil y era supervisor de buceo a bordo del Flexservice I, en operaciones en el litoral del estado de Espíritu Santo. Muy simpático y entrador, era de buen trago y muy enamoradizo. Había estado en la marina brasileña y desde esa época respetaba la tradición de tener una novia en cada puerto.
La correspondiente a Rio de Janeiro -él residía más al norte, en Vitória- le acababa de regalar una jaula con un pajarito y cuando le tomé la foto Caldeira estaba encantado porque el animalito, pasado el susto de verse rodeado de tanta maquinaria ruidosa, había vuelto a cantar.
Estábamos mar adentro, el pajarito cantaba tras los barrotes de su jaula y nosotros reíamos, encerrados por la estructura metálica de nuestro barco, de nuestro difícil y por momentos peligroso trabajo y del mar que nos separaba de tierra y de nuestras familias, cada quien en su propia jaula.

lunes, 22 de junio de 2009

Las ciudades grandes te devoran

Fue un domingo de mañana en Buenos Aires. Habíamos salido a dar una vuelta por la avenida Leandro Alem y de pronto vimos cómo un inofensivo transeúnte parecía ser devorado por una alcantarilla. Las ciudades grandes están llenas de peligros que quienes vivimos en urbes más reducidas, como Montevideo, ignoramos. Desde ese día, cada vez que paso cerca de una de esas aberturas voraces e implacables, doy un rodeo.

sábado, 20 de junio de 2009

Hay un camello en el garage

Salí de la agencia a medianoche y al ir a dejar el coche en el garage noté que entre los automóviles allí estacionados se hallaba un medio de transporte inusual. En ese momento se me ocurrió que quizás se habría extraviado, es sabido que los camellos son capaces de recorrer grandes distancias.
Montevideo también puede ser una ciudad surrealista cuando quiere.