viernes, 3 de enero de 2014

En compañía

Mientras arreciaba la canícula, la inefable Nani reposaba, cosa de no generar demasiado calor en su cuerpecito peludo, y dormitaba sobre el escritorio que fuera de mi abuelo en compañía de...¡un perrito! ¡Los gatos ya no vienen como antes, qué barbaridad!