Mi abuelo Panta fue médico en Sarandí del Yi durante más de cuarenta años. Era muy querido, en especial por sus pacientes, a muchos de los cuales con frecuencia ni siquiera les cobraba y atendía con la misma dedicación que a los demás. Tras jubilarse se fue vivir a Montevideo, donde residíamos el resto de su familia más cercana, pero volvía al pueblo de tanto en tanto y visitaba a sus viejos amigos que siempre lo recibían dando muestras de afecto. Una vez que pasó por el modesto rancho de algunos de sus viejos pacientes, una familia de morenos de apellido Viana, lo acompañé y pude presenciar y registrar con mi cámara una de esas demostraciones mutuas de amistad forjada a lo largo de los años.
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