domingo, 30 de mayo de 2010

Boliche

En Montevideo, pero especialmente en el interior, aún quedan viejos boliches, de esos que conservan un ambiente que remite al ya cada vez más lejano tiempo en que las mesas de madera o mármol aún no le habían cedido el paso a la anónima cármica. Algunos son una mezcla de bar, almacén y club, con algo de confesionario y peña futbolera o política para el selecto grupo de habitués que constituyen su población flotante. El boliche era nuestro equivalente de los pubs, no los pseudo-pubs de acá, sino los de verdad, los de allá al norte, una especie de lugar de reunión para la gente del barrio o para los que hacían una "parada técnica", para completar el nivel del alcohol en sangre, de ida o vuelta de sus ocupaciones, cualesquiera que fuesen, confesables o no.