Durante todo el tiempo que duró el confinamiento, más o menos estricto, de la pandemia, nos vimos obligados a contemplar el mundo exterior a través de las ventanas de nuestros hogares/refugios, pero afortunadamente, tras superar el obstáculo pudimos volver a la normalidad. Ahora, ya recuperada nuestra autonomía, vemos las cosas como antes, aunque el temor a los siniestros virus ha permanecido de alguna manera enquistado en nuestras mentes y por las dudas, ya que nunca se sabe, ahora nos quedamos puertas adentro, pero no porque nos fuercen a ello, no, porque queremos. ¿Para qué salir y arriesgarnos? total, para lo que hay que ver ahí afuera...