jueves, 2 de abril de 2020

Un viaje a la India-6


Udaipur-1
El viaje es largo y fatigoso, diez horas para recorrer 300 km, incluyendo las dos en que estuvimos detenidos en medio de una triple fila de varios kilómetros de largo de autobuses y camiones a causa de un problema vial. Pero al menos hacemos varias paradas en el trayecto que me permiten nestirar un poco las piernas. Arribamos a nuestro destino a las siete de la mañana y, oh maravilla, llego al hotel sin contratiempos.

Cerca del lago hay numerosos hoteles y albergues.

Situada al borde del lago Pichola, Udaipur me impresiona de inmediato como una ciudad pequeña y encantadora, especialmente esa hora temprana cuando la luz amarillenta del sol aún cercano al horizonte se refleja en las construcciones que bordean el lago y le confieren un aire pictórico. Tras darme un baño rápido y cambiarme de ropa salgo a recorrer los ghats (1) vecinos en algunos de los cuales mujeres lavan ropa y en otros hay hombres bañándose o haciendo sus abluciones matinales.

Vista del lago temprano por la mañana

Uno de los ghats adonde se bañan.

Me alejo del lago y recorro callejuelas muy agradables, pero de inmediato comienzo a sufrir el acoso de enjambres de símiles de los mal recordados vendedores de artesanias marroquies, de alfombras turcos y de papiros egipcios, reencarnados aquí como choferes de rickshaws y jovenes "artistas" que insisten, hasta volverse realmente pesados, en que vea (y adquiera) sus pinturas en miniatura, la especialidad local.  Por lo general son simpáticos y charlo con ellos más de lo prudencial, porque cuando pasan a tornarse fastidiosos no tengo más remedio que despedirme de ellos y marcharme presuroso.

Este templete estaba rodeado de energía...eléctrica

Una calle relativamente tranquila

En las calles principales la agitación y el caos en el tránsito son los habituales