domingo, 16 de febrero de 2020

La bicicleta de Sócrates


Como era muy olvidadizo casi se le pasa, había quedado en encontrarse con Platón en el ágora para charlar de bueyes perdidos. Una rápida ojeada a la clepsidra le dio a entender que se le había hecho tarde, pero por suerte ahora los atenienses disponían de esas estupendas bicicletas naranjas para desplazarse sin contaminar las calles y en un ratito, si pedaleaba con energía, podría llegar a tiempo.