domingo, 29 de septiembre de 2013

Tarde gris


La tarde era gris y como era sábado el centro estaba casi vacío. Con pasos lentos pero deliberados y sin necesidad de servirse de su bastón, que parecía llevar casi como una rueda de auxilio, para usar en caso de necesidad, el hombre recorría las veredas grises envuelto en una atmósfera gris y melancólica, muy montevideana. Es muy probable que no se dirigiese hacia ningún lugar en particular y simplemente se paseaba por el placer de hacerlo, dejando el tiempo deslizarse sin prisa, como si fuese eterno.