sábado, 28 de septiembre de 2013

El nido

El parque lucía inusualmente calmo a esa hora y me interné por el sendero que llevaba al grupo de árboles más cercano sin hacer ruido. Al llegar al claro divisé el característico pedestal sobre el cual, posado como sobre una aguja, había un huevo. Era grande, curiosamente esférico y estaba roto; el ave que había albergado ya no estaba. Por sus características y ubicación, comprendí que se trataba de un huevo de Ave Roc y que el pequeño monstruo había emprendido vuelo. Retrocedí apresuradamente, desandando mi camino a los tropiezos hasta que me alejé del cada vez más sombrío parque, nunca confié completamente en esas veleidosas aves gigantes. Al atardecer y durante los amaneceres cálidos en ciertas épocas de año, el Parqué Rodó puede llegar a ser un lugar  sorprendentemente peligroso.