miércoles, 19 de mayo de 2010

Paralizante

Ayer se disputó finalmente la tan esperada final -la de verdad- entre Peñarol y Nacional y mientras duró el partido, que se prolongó más de lo esperado, Montevideo se veía como la Comala de Rulfo, es decir, como una ciudad muerta. Todo el mundo, hinchas de ambos equipos, curiosos, gatos y perros, se había situado delante de algún televisor a roerse las uñas. Esta escena la pesqué en un pequeño almacén cerca de mi casa, en la vereda. Luego de finalizar la contienda deportiva, una turba de fanáticos del equipo vencedor, Peñarol, se movilizó como una plaga de langostas hacia el centro de la ciudad para allí continuar los festejos, vale decir, a enfrentarse alegremente a la policía antimotines, para esas alturas ya en pie de guerra. Hubo corridas, balas de goma, apaleados, heridos y cientos de detenidos, todo muy correcto, ya que en ningún momento se utilizaron armas automáticas ni se registraron atentados suicidas con explosivos. Es que somos un país civilizado, por si no lo saben.