domingo, 11 de abril de 2010

En el camino

En setiembre de 1976 terminé mis estudios de medicina y ante mí se desplegó un vasto panorama de incertidumbre. En plena dictadura militar, mi carencia de antecedentes "democráticos" me cerraba las puertas laborales en el área de la salud pública y la medicina privada por entonces era casi inexistente, al menos para los novicios como yo.
Como los cursos de la especialidad que había elegido, psiquiatría, no comenzarían hasta marzo, en enero decidí irme de viaje a Perú y Bolivia, animado por la lectura de las obras de escritores "andinos", como Jorge Icaza (Huasipungo), Ciro Alegría (El mundo es ancho y ajeno) y naturalmente, del uruguayo Galeano (Las venas abiertas de América Latina). Aún no había descubierto a Manuel Scorza.
De camino a Machu Picchu entreví panoramas que me llamaron la atención, por lo que decidí recorrer con algo más de calma el valle del río Urubamba (o Vilkanota). Lo hice en parte tomando transportes locales o sencillamente a pie, viajaba liviano.
En una ocasión, caminando a lo largo de la ruta me encontré con esas dos mujeres, madre e hija, y por un rato nuestros senderos coincidieron, pero como nuestros caminos estaban predestinados a divergir, poco después nos separamos para siempre. Ellas siguieron con su vida modesta y probablemente escasa de esperanza, y yo con todas mis buenas intenciones estimuladas por los libros y perfectamente inútiles.