miércoles, 2 de diciembre de 2009

Preparativos

Ayer, poco después de llegar a Piriápolis para descansar unos días, retornábamos por la rambla tras hacer las compras para la semana, cuando noté que la luz del atardecer tenía una tonalidad particularmente melancólica, mezcla de la amarillenta iluminación de los focos del alumbrado y del azul-cian del cielo tormentoso. Hacía calor, pero como recién estamos al inicio de diciembre, la playa estaba prácticamente vacía.
Es agradable observar cómo poco a poco la ciudad se va despertando de su prolongado aislamiento invernal para sumergirse en el breve sueño feliz del verano. (ver aquí)