lunes, 28 de diciembre de 2009

Los durmientes

Me acerqué a fotografiarlos en puntas de pie, cosa de no despertarlos: estaban dormidos plácidamente en un banco junto a la calle, ajenos al tránsito, ligero a esa hora y en esta fecha del año.
Él parecía cansado y haberse quedado simplemente dormido en su regazo de colores, arrebujado en una policromía que quizás lo ayudase a tener sueños más agradables.
Inmóviles, parecían una naturaleza muerta, o mejor dicho, una naturaleza dormida.
Me alejé con cuidado, haciendo -como dijo Cartier-Bresson- la patte de velour, la pata de terciopelo, como los gatos cuando esconden las garras para parecer inocentes.