
Él parecía cansado y haberse quedado simplemente dormido en su regazo de colores, arrebujado en una policromía que quizás lo ayudase a tener sueños más agradables.
Inmóviles, parecían una naturaleza muerta, o mejor dicho, una naturaleza dormida.
Me alejé con cuidado, haciendo -como dijo Cartier-Bresson- la patte de velour, la pata de terciopelo, como los gatos cuando esconden las garras para parecer inocentes.