
En esa época, el viento y el oleaje asumen el control y hasta la ciudad se retrae sobre sí misma, esperando a que pase el mal momento y retornen los tiempos de la luz alegre.
El haber pasado años en el mar y haberlo visto segar las vidas de muchos de los que lo aman me enseñó a respetarlo, pero no puedo evitar admirar su belleza salvaje hasta cuando ruge y parece querer barrerlo todo a su paso.