martes, 6 de octubre de 2009

Brindis

En 1972 descubrí la obra del gran fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson, que me cautivó de inmediato. Él utilizaba para sus tomas un equipo bastante simple, generalmente una pequeña cámara de 35mm con un solo objetivo, el "normal"que venía incluido al comprarla, pues la verdadera sofisticación comenzaba a partir del visor de la leica hacia atrás. Además de utilizar principios pictóricos para sus tomas -siempre había querido ser pintor y había estudiado en el taller de André Lothe- HCB se declaraba surrealista y adhería a los postulados de ese movimiento, en especial al concepto de "azar objetivo", expresión al parecer acuñada por Hegel y que el "Papa"del surrealismo André Bréton desarrolló en su libro "L'amour fou". En éste Bréton decía lo siguiente a propósito de uno de sus personajes:
"Positivamente, es totalmente cierto que no espera a nadie puesto que no tiene ninguna cita pero, debido al hecho mismo que adopta esta postura ultrarreceptiva, es porque espera con ello ayudar al azar, o sea, ponerse en estado de gracia con el azar, de modo que ocurra algo, que llegue alguien".
Cartier-Bresson se servía del azar objetivo en su deambular callejero, y yo comencé a hacer lo mismo. Desde entonces -y ya van 37 años- continúo vagabundeando por el mundo al acecho de la sorpresa.