
Para asegurar la pluralidad de formas de pensar y el derecho de expresión garantizados por la Constitución, dos personajes épicos, nada más ni nada menos que el Hombre Araña y el Zorro, se habían hecho presentes, aunando sus esfuerzos por el bien común y permanecían atentos y vigilantes, ¡gracias, héroes!