Parece ser que las ofrendas y sacrificios que hemos estado realizando en las últimas semanas al dios o diosa del clima (que es diferente para las diversas creencias) ha dado resultado y el (otrora) clemente otoño volvió a presentarse como tal, no sé ya si para aliviarnos del frío extemporáneo que hemos estado sufriendo o por puro sadismo, para darnos esperanzas y luego quitárnoslas. El caso es que el fin de semana estuvo muy agradable y esta tarde subimos a leer un rato a la azotea, en medio de hojas secas de los plátanos y bajo un cielo más gris que cian. Mientras Pola está enfrascada en su libro la responsable del lugar, la pequeña Arrobita la observa con interés, que los gatos, que suelen ser más bien friolentos, también agradecen la tregua meteorológica.