Recorriendo (quizás sería más acertado decir "paseando") mi enjundioso archivo, suelo encontrarme con imágenes olvidadas, arrinconadas en mi memoria, y ese modesto hallazgo tiene el efecto de alegrarme un poco más el día, como si yo fuese una especie de Harry el Sucio en el momento en que el malhechor decide jugársela y trata de dispararle, dándole así la oportunidad de hacer uso una vez más de su ruidoso 44 magnum (Make my day, etc.). Capté este instante fugitivo (como todos los instantes, lo admito) en la amurallada ciudad marroquí de Taroudant hace ya 44 años, apenas ayer...