Cuando comencé a trabajar con la compañía francesa de buzos en la que permanecí 14 años, Comex, cada vez que pasaba por Marsella, donde estaba la sede, cenaba en algún restaurante de esos que abundaban en la ciudad, que combinaban buena comida y precio razonable. Este, cuyo nombre no recuerdo, quedaba cerca de la Gare Saint Charles, la estación de ferrocarril, bajando por la amplia escalinata que desemboca en la Canebière, el boulevard que termina en el Vieux Port, a la derecha (lo digo por si alguna vez pasan por allí y tienen apetito y no quieren gastar mucho, si existe aún, nunca se sabe, después me cuentan). ¡Díganme si no tiene una cierta atmósfera del cine negro de Melville, Verneuil, Reggiani y tantos otros!..