lunes, 1 de mayo de 2023

Conversando en el trabajo

Viajando por oriente medio descubrí que los camellos, además de servir para cargar los regalos de los Reyes Magos para los niños el seis de enero y de hacer de extras en las películas ambientadas en el desierto, sirven para otra cosa: para ser comidos. Estos camelleros del mercado de Birqash, en las afueras de El Dairo, pasaban el rato como nuestros troperos en las ferias ganaderas cuando baja un poco el trabajo, hablando de bueyes perdidos -perdón, quise decir de camellos perdidos. Los magníficos ejemplares de camélidos norafricanos que los rodean no lo sabían, pero estaban destinados a ser degustados en las mesas de los egipcios, igual que nuestros vacunos. Claro que no es lo mismo, nadie se imagina a Peter O'Toole haciendo de Lawrence de Arabia montado en un novillo Jersey, ¿o si?