Pasé frente al boliche, miré hacia adentro y me gustó el ambiente, así que entré y me senté en una mesa, a ver si conseguía tomar alguna buena foto. Apenas me trajeron el cortado que pedí, me arrepentí; el vaso no parecía estar demasiado limpio, debería haber pedido un refresco en su lugar y beber directamente de la botella, haciéndome el distraído o el eccéntrico. Pero ya era demasiado tarde, de todas formas no iba a ser sino un pequeño sacrificio más en aras de la fotografía...