martes, 7 de julio de 2020

Un viaje a la India-39


Delhi-2

Duermo confortablemente, metido en mi sobre de dormir. Por la mañana, al levantarme, la esposa del dueño del hotel me da la buena noticia de que puedo quedarme en mi cuarto hasta el próximo lunes, día en el que parto de regreso para Montevideo.
Salgo para el Fuerte Rojo, le digo al conductor del rickshaw adonde quiero ir y me dice una suma  razonable. En el camino comienza a pedir orientaciones a diestra y siniestra, obviamente el destino resulta estar más lejos de lo que él creía. Cuando le voy a pagar, inevitablemente quiere el doble, discutimos y los que pasan por el bazar en ese momento, inevitablemente se ponen de parte del local contra el rico extranjero, de modo que no tengomás remedio que pagarle.
El famoso Fuerte Rojo resulta no ser gran cosa, aparte de una largas murallas. Está en obras, y eso en la parte que se puede visitar, porque el resto está ocupado por el ejército, que tiene montado todo un dispositivo de seguridad con barreras y demás. En el Museo de la Guerra ni siquiera hay luz. De alli continúo a pie hacia el Vijad Ghat, sobre el rio Yamuna y paso junto a lo que parece ser uno de los "garages" más grandes de rickshaws de Delhi. Alli duermen los conductores, reparan los vehículos y se llevan a cabo otras actividades necesarias para su labor. Veo a algunos de ellos jugando a las cartas por dinero.
Regreso, siempre a pie, luego del atardecer y en algunos trechos se me torna imposible atravesar las avenidas, con su tránsito caótico y alocado. Tras cenar en un restaurante vegetariano cerca del hotel, de regreso compro manzanas y naranjas. Al verme desde atrás con mi bolsa de fruta, un ciclista se confunde y me pide información.

Comerciante en la Antigua Delhi

Hombres y dioses conviviendo en paz

Si no le gusta, mire para otro lado, señora

Las murallas del Fuerte Rojo

Un caballero muy prolijo y con mucha, pero mucha paciencia

Haciendo tiempo en Connaught Place, el centro de Delhi