martes, 21 de abril de 2020

Un viaje a la India-16


Pushkar-4

Acicalándose para la fiesta 

Esta noche el ruido fue yendo en aumento,  no hubo casi momentos de silencio y antes del amanecer era tan intenso que tuve que recurrir a los tapones para los oídos que había traído para estas emergencias. Cada vez llegan más peregrinos y turistas, locales y extranjeros. También se intensifica el dispositivo de seguridad policial.  Ahora han instalado portones electrónicos, como en los aeropuertos en los accesos al templo de Brahma, en la calle, ya de por si congestionada, lo que la torna casi intransitable. Y van llegando más y más policías, que se  instalan con  sus chalecos antibalas y fusiles de asalto y metralletas frente a cada templo. Me acerco a la entrada de un ghat para lograr una toma de la gente bañándose en el lago y los guardias armados y enseguida me aborda un joven que se autodefine como un brahmán (1) que se empeña en explicarme el porqué de la prohibición de fotografiar a los que se bañan. Cuando le pregunto si la prohibición de usar calzado a menos de 40 pies de distancia de los escalones se extiende a los policias, con sus botas y que ostensiblemente no respetan esa regla, me dice que es para todos, aún para el primer ministro de la India, lo que demuestra que no ve lo que no quiere ver. 
Han pegado anuncios por toda la ciudad prohibiendo comer carne (y huevos), beber alcohol, fotografiar a los peregrinos bañándose, a hombres y mujeres abrazarse en público y avisa de algunos peligros, entre ellos comer o beber cosas ofrecidas por desconocidos. Más tarde me vuelvo a cruzar con el brahmán, que se ofende porque no lo reconozco de inmediato y resulta ser un estudiante que piensa seguir Derecho y cuya familia tiene una tienda de artesanías. Termina pidiéndome "algún obsequio", como una camisa, un pantalón, al menos un par de medias...




En el campamento, al atardecer

Las calles son caóticas y al mirar hacia arriba...