Pushkar-4
Acicalándose para la fiesta
Esta noche el ruido fue yendo en aumento, no
hubo casi momentos de silencio y antes del amanecer era tan intenso que tuve
que recurrir a los tapones para los oídos que había traído para estas emergencias. Cada
vez llegan más peregrinos y turistas, locales y extranjeros. También se intensifica el
dispositivo de seguridad policial. Ahora
han instalado portones electrónicos, como en los aeropuertos en los accesos al
templo de Brahma, en la calle, ya de por si congestionada, lo que la torna casi
intransitable. Y van llegando más y más policías, que se instalan con sus chalecos antibalas y fusiles de
asalto y metralletas frente a cada templo. Me acerco a la entrada de un ghat
para lograr una toma de la gente bañándose en el lago y los guardias armados y
enseguida me aborda un joven que se autodefine como un brahmán (1) que se empeña en explicarme el porqué de
la prohibición de fotografiar a los que se bañan. Cuando le pregunto si la
prohibición de usar calzado a menos de 40 pies de distancia de los escalones se
extiende a los policias, con sus botas y que ostensiblemente no respetan
esa regla, me dice que es para todos, aún para el primer ministro de la India,
lo que demuestra que no ve lo que no quiere ver.
Han pegado anuncios por toda
la ciudad prohibiendo comer carne (y huevos), beber alcohol, fotografiar a los
peregrinos bañándose, a hombres y mujeres abrazarse en público y avisa de algunos
peligros, entre ellos comer o beber cosas ofrecidas por desconocidos. Más tarde
me vuelvo a cruzar con el brahmán, que se ofende porque no lo reconozco de inmediato y
resulta ser un estudiante que piensa seguir Derecho y cuya familia tiene una
tienda de artesanías. Termina pidiéndome "algún obsequio", como una
camisa, un pantalón, al menos un par de medias...
En el campamento, al atardecer
Las calles son caóticas y al mirar hacia arriba...