lunes, 2 de marzo de 2020

La asunción II

Pero por supuesto que había jinetes vestidos con prendas típicas, algunos de ellos seguramente habituados a las tareas físicas propias del campo, bastaba ver sus manos encallecidas por las riendas y los instrumentos de labranza y sus rostros curtidos por el sol y las heladas. Otros iban simplemente disfrazados. Sé de lo que hablo: pasé los primeros 13 ó 14 veranos de mi vida con mi abuelo, que era médico rural en Sarandí del Yi, departamento de Durazno, que fue además diputado por el Partido Nacional 17 años. Había nacido en una estancia y sus amigos y la mayoría de sus pacientes era gente de campo. Yo lo acompañaba en sus visitas regulares y eso fue hace más de 50 años, entonces se veían mas jinetes en el interior. Años después emprendí un ensayo fotográfico a largo plazo sobre el tropero que vine a exponer parcialmente en el Museo Nacional de Artes Visuales en 2009 (link). Por esa época también hice un reportaje para la Agence France Presse, para la cual trabajaba, sobre ferias ganaderas. Es decir, no me engaño fácilmente. La mayoría de los cerca de mil jinetes que participaron de la ceremonia de Lacalle podrán vivir en el interior, pero son apenas simples aficionados a los temas gauchescos. De todas maneras fue un lindo desfile, que personalmente encontré mas entretenido (y hasta auténtico en muchos aspectos) que los desfiles de carnaval que tenemos por acá.