Para tentar a los potenciales clientes -ya se sabe cuán adictos somos los lectores a los libros nuevos o de segunda o tercera manos- en mi librería de usado favorita colocaron una elegante y confortable silla para que el que así lo desee pueda sentarse a hojear con calma as maravillas que están a la vista como las manzanas del árbol del paraíso, cada cual carga su propia serpiente que le susurra melifluas palabras tentadoras al oído.