Poco después del incendio el Sorocabana pareció volver a ser lo que era y sus parroquianos, aliviados, volvimos a reunirnos en torno de sus mesas frente a humeantes tacitas de café. En esta imagen, comparto un agradable momento con mi amigo el escritor y periodista Elvio Gandolfo, a quien ya me he referido aquí
(link) y aquí
(link) junto a uno de los luminosos ventanales.