domingo, 11 de mayo de 2014

Nada fácil

No es fácil la vida del periodista, no, para nada. Quien piense que es todo agua de rosas en la profesión, se equivoca. Además de tener que almacenar en la cabeza infinidad de datos, frecuentemente inútiles, durante el trabajo hay que estar atento a lo que se va publicando, a lo que hay que enviar de apuro, a las sempiternas y ubicuas pantallas con informaciones imprescindibles, al celular, al teléfono de línea, al carnet de notas, al... en fin, a tanta cosa que al final uno acaba sintiéndose como una suerte de malabarista, manteniendo varias pelotas en el aire mientras hace equilibrio sobre un monociclo en la cuerda floja.