miércoles, 26 de febrero de 2014

Al acecho

Al retirarme sigilosamente de las ruinas de ese modesto templo del mal vernáculo, me encontré con esta puerta entreabierta la que, si le vamos a hacer caso a las antiguas inscripciones que la rodeaban, conduciría a verdaderos infiernos de sensualidad y pecado. Pero como mis largos años de estudio en un colegio de curas probablemente me habían saturado de anticuerpos contra el pecado de la lujuria, antes de brotarme con un incómodo serpullido alérgico, me apresuré a dejar el local con mi botín fotográfico