Algunos fieles que cumplen promesas hechas a la Virgen de la Tirana no se contentan con recorrer las calles de rodillas, como este hombre joven, que se arrastraba con el pecho desnudo, penosamente, tanto que al final de su recorrido era asistido por voluntarios de la Cruz Roja, que infructuosamente intentaban hacerlo desistir temiendo que se hiciese daño seriamente.