lunes, 4 de febrero de 2013

Naufragio

El mar arrojó sus restos a la orilla. Con un poco de buena voluntad y utilizando una lógica sólida, los fieles podían pensar que el temprano naufragio de sus barcas no se debía al rechazo por parte de la diosa de sus ofrendas, sino al molesto viento sur que había irritado al mar hasta dejarlo encrespado e hipersensible. El cartesianismo podía servir para algo, después de todo, al menos por esta vez.