lunes, 29 de agosto de 2011

Lector

Mientras no llegaban sus clientes/pacientes/fieles, con sus paquetes de pecados y pecadillos para descargar sobre sus hombros, el confesor se entretenía leyendo...el Evangelio. Para estar siempre al día, debo suponer, nunca se sabe con qué cosas pueden caer algunos/as pecadores/as.