miércoles, 30 de junio de 2010

Esforzado

Yo ya estaba acostumbrado a ver peregrinos o penitentes haciendo cosas de corte medieval por su fe, como recorrer largas distancias de rodillas o descalzos, ya que durante varios años estuve trabajando el tema de la religiosidad popular en Latinoamérica, pero lo de los tibetanos me sorprendió. No solamente porque realizan unas postraciones muy trabajosas frente a sus lugares sagrados, sino porque muchos de ellos vienen desde sus remotos lugares de origen postrándose durante todo el camino, en viajes místicos que pueden duran incluso un par de años. Este hombre era uno de los tantos que cumplían este ritual frente al palacio del Jokhang, el templo más sagrado del Tíbet.