domingo, 18 de abril de 2010

El anciano

Sentado en un banco de hierro en la vereda, el anciano se ha dormido. No se parece a cualquiera de esos infelices que viven en la calle, sus ropas son de buena calidad y lucen impecables y bien cuidadas, pero ha vencido la cabeza y tan sólo su bastón lo mantiene en posición y evita el derrumbe. Es posible que al ponerse de pie parezca aún poseído de energía, pero tal como está, parece haberse ido encogiendo sobre sí mismo. El tiempo "esa otra daga", como dijo Borges, es implacable.
Con los ojos cerrados, mirando hacia dentro de sí mismo, puede que vea mejor y más lejos, pero para los demás luce ajeno a todo: al ruido del tránsito, a los transeúntes que pasan apresurados y hablando con animación a su lado. Dormita, simplemente. Quizás sueña.