martes, 23 de marzo de 2010

Gerardo

Gerardo es el dueño de la simpática parejita de amigos de la entrada de ayer. Tiene un puesto de venta de mates y bombillas a dos cuadras de 18 de Julio, como ya he dicho, y se las ha arreglado para convertir su inhóspito lugar de trabajo -la vereda- en algo un poco más acogedor. Durante sus horas de labor se queda allí, apoyando su cansada espalda de hombre maduro sobre la pared del que, según cuenta, fuera un restaurante concurrido, hoy pintada con los estridentes colores del Frente y con inscripciones relativas a su manifiestamente admirado Pepe Mujica. Además de las ya presentadas mascotas, algunas fotos -una suya de joven con un fondo de picos nevados, una imagen del Guerrillero Heroico y otra del Mago- así como unos misteriosos cuernos vacunos, ayudan a darle a ese sector de la anónima vereda un carácter especial.
Pero además Gerardo es un buen conversador. Tras un mínimo estímulo comienza a desgranar historias de sus recorridas en los lejanos setenta por sitios lejanos -Europa, Egipto, Afganistán y la por entonces mítica Kathmandú- de forma convincente, aún para alguien que, como quien escribe estas líneas, ha fotografiado algunos de esos lugares.
Quien quiera viajar con la imaginación y esté dispuesto a escuchar historias verosímiles de lugares remotos, no tiene más que arrimarse hasta su puestito, en Ejido, dos o tres cuadras hacia el puerto, a mano izquierda, saludar al gato y al perro y pedirle que comience a recordar. Y si de paso puede comprarle un mate, o una bombilla de alpaca, mucho mejor. ¡Y que conste que esto no es propaganda!