Estaba haciendo un reportaje para la agencia en la llamada "Ciudad de la Costa", al este de Montevideo, cuando me crucé con ellas: estaban juntitas, agazapadas al borde de la ruta, fisgoneando a los que pasaban por allí en sus vehículos o a pie y chismorreando, sin dejar títere con cabeza, unas auténticas brujas. Y el perrito, aunque estaba a sus espaldas, no se les quedaba atrás, me pregunto si no tendría nada mejor para hacer que meter el hocico adonde no lo necesitan.