domingo, 30 de agosto de 2009

Delivery

Fue un encuentro inesperado en medio de la calle. Supongo que el hombre trabajaría en algo así como una casa de funerales rápidos y había salido a hacer una entrega a domicilio.
Ya me he referido antes a la diferencia de mentalidad entre los distintos pueblos que hacen que su postura frente a la muerte sea muy variable.
Todos llevamos encima desde que nacemos a la Huesuda, pues algún día tenemos que irnos y dejar espacio para otros, que para semilla no nos vamos a quedar, ¡bueno fuera! A pesar de esa certeza absoluta -quizás la única que podremos tener jamás- la reacción de muchos frente a lo inevitable es poco menos que de pánico ante su sola mención. No quiero pensar en lo que diría la gente (¡y en qué tono!) si viésemos pasar diariamente delante de nuestra puerta lo más campante a algún señor cargando un ataúd vacío sobre los hombros.
A veces me parece que el problema no radica tanto en que vamos a tener que morirnos, sino en el propio miedo a la muerte.