viernes, 31 de julio de 2009

La lluvia sobre Montevideo

Llovía a cántaros y como además era domingo por la tarde, las calles de Montevideo estaban desiertas. El cielo parecía haberse vuelto líquido y al derramarse sobre el paisaje urbano lo teñía del color del mercurio. Por momentos temía que todo a mi alrededor se disolviese en el agua como un terrón de azúcar en el café.
Sin embargo, mirando con atención, era posible descubrir un nuevo paisaje, hecho de pequeños ríos, lagunas y hasta mares, aunque de proporciones más modestas. Me apresuré a salir a fotografiar esta precaria geografía antes de que parase la lluvia y volviese a salir el sol, dispuesto a vengarse, y todo eso se desvaneciese