martes, 14 de julio de 2009

El espejo

Los espejos siempre me intrigaron, con esa costumbre tan suya de devolvernos nuestra propia imagen, como si no les interesase tener nada que ver con ella y porque tengo la convicción -aunque no podría probarlo- que nos ocultan adrede la existencia de una realidad diferente.
Cuando este espejo pasó a mi lado cargado por un deconocido, en pleno centro de la ciudad de México, instintivamente lo encuadré con mi cámara, y de inmediato ocurrió lo inevitable: dejé de saber dónde estaba el mundo real y dónde comenzaba el virtual.
Hoy en día, con esto de internet, he dejado de preocuparme, pues el límite entre lo real y lo virtual es cada vez más tenue y confuso y creo que no vale la pena preocuparse por algo que de cualquier modo no podremos resolver.