El personaje famoso, apreciado, respetado y el sin techo -en otros tiempos lo habría llamado vagabundo, linyera u otros epítetos menos compasivos, o si se quiere, políticamente correctos- se dan la espalda, dos mundos que se ignoran mutuamente. Pero claro, siempre se puede tratar de ver las cosas con otro sesgo, aunque más no sea como ejercicio mental. ¿Qué es preferible, ser famoso, apreciado, etc, pero estar muerto o andar por ahí libremente, sin un peso en el bolsillo pero pudiendo disfrutar, en la medida de lo posible, las ventajas que generalmente proporciona estar vivo?