Los días o en las horas en que ocurre que en el museo hay pocos visitantes, un ojo avizor puede percibir curiosas siluetas que aprovechan para estirar un poco los músculos emtumecidos tras horas de mantenerse en una posición "estética". Algunas permanecen en su lugar asignado, pero otras se pasean por las salas haciendo medias piruetas, como duendes, remedando la actitud del eventual visitante rezagado en una suerte de amistosa burla.