Atravesábamos España bajando hacia el sur, camino de Algeciras, para allí cruzar a Marruecos y decidimos pasar por Cádiz, una hermosa ciudad-puerto que nos recordó a nuestro Montevideo, pero un Montevideo que no habíamos llegado a conocer, en la que los codiciosos especuladores inmobiliarios y los urbanistas de cortas miras no hubiesen decidido eliminar en un arrebato modernista las antiguas murallas que contribuían a apuntalar el pasado. Frente al mar, a pesar de ese anacrónico faro para automovilistas, por un momento nos sentimos de nuevo en la rambla.