Leí en la prensa de hoy este artículo (link) que me recordó a otra cola nocturna, bastante más dramática por cierto. En octubre de 1973, pocos meses después del golpe de estado, comenzó a correr el rumor de que el gobierno iba a cesar la entrega de pasaportes. Mucha gente pretendía emigrar, la situación política y económica se había deteriorado mucho y muy rápido y cundió la alarma. De inmediato comenzaron a formarse largas colas nocturnas frente el ministerio de RREE para poder conseguir alguno de los limitados números para ser atendidos que los sobrepasados funcionarios estaban entregando diariamente. Así que una madrugada, antes del amanecer, me aparecí por allí con mi cámara y tomé algunas fotos. No recuerdo si finalmente llegué a enviarle alguna a Veja, la revista brasileña con la cual mantenía contacto y que ocasionalmente me compraba algo, no sé si debería recordarle a algún despistado que en esa época las comunicaciones eran mucho más difíciles, no había internet...
En fin, la cola de hoy es bastante menos apremiante, pero me temo que sí igualmente incómoda, por lo que simpatizo con esos padres y abuelos que se sacrifican por sus pequeños, como en su momento me solidaricé con aquellos otros que buscaban poder rehacer sus vidas en otro lugar menos hostil