Los otros días fui testigo de una escena curiosa cuando un transeúnte, en todo igual a cualquier otro, realizó un acto de magia digno de un prestidigitador: de pronto, sin preaviso, desapareció detrás de un árbol en la vereda y ya no volvió a aparecer. Como quien dice "hizo mutis por el árbol". Ni que decir que aunque no creo en la magia, por las dudas me alejé del lugar rápidamente, de cualquier manera ya tenía la foto, que es lo que realmente importa.