Alrededor del santuario y en la orilla del rio San Francisco se instaló un enorme campamento de peregrinos, llegados en camiones o barcos, con una intensa actividad social. Aparte del programa de celebraciones religiosas, había mucho para hacer y disfrutar; para un gran número de campesinos, que vivían en forma más o menos aislada en el interior del estado, eran probablemente los únicos días festivos en todo el año.
