Me fui al amague. Cuando lo vi pensé que era nada menos que el archifamoso, aunque no demasiado popular, Charles-Henri Sanson (link), el famoso verdugo de Paris y que se estaba luciendo con algunas cabezas recientemente segadas. "Lo voy a entrevistar", pensé, pero apenas comencé a hablar con él me di cuenta de que no era, ni tampoco los fierros y maderas sobre los que se apoyaban las cercenadas cabezas pertenecían a su instrumento de trabajo, la "Veuve" (viuda). Era un personaje amable y simpático que no tenía nada que ver con el segador de cuellos, así que me excusé, tras tomarle una foto de recuerdo, por las dudas, después de todo nunca se sabe...
