Cuando me siento presa de una inquietud voy y me instalo frente a algún tranquilizador paisaje, generalmente urbano, por razones de proximidad y a través de su contemplación voy sintiendo que mi mente de a poco comienza a asumir una actitud similar a la meditación zen, es decir, quedo en blanco, como un idiota y la gente que pasa a mi lado incluso me dice cosas poco amables, pero como eso me calma mucho, en realidad no me importa.