Me tomó totalmente desprevenido. Venía caminando tranquilamente, pensando en cualquier cosa cuando vi la fiera. Era un hermoso puma, o algo por el estilo, y aparentemente acababa de escapar de su jaula y se arrastraba sigilosamente hacia un desprevenido transeúnte que esperaba el cambio de luz en el semáforo unos metros más allá. Sentí que debía hacer algo, tomar alguna actitud decidida, no podía dejar que la fiera se manducase al pobre ciudadano sin hacer nada al respecto. Hice lo que consideré que era mi deber: levanté la cámara y la disparé abarcando la escena. Al menos quedaría algún registro de lo que fuese que iba a ocurrir después de que yo hubiese hecho mutis más que rápido.